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Siglo XVIII 
El siglo XVIII ha sido descrito como el ‘siglo de oro’ en Nerja. Con el comienzo del reinado de los Borbones, la política dará un giro y favorecerá los municipios. Cambiará la visión descentralizadora de los Austrias, que solo beneficiaba a la nobleza y los altos cargos, y dedicará fondos a la evolución y desarrollo de las ciudades. Se repartió el patrimonio entre el pueblo, y se procuró que los cargos de regidores o alcaldes entre otros fueran destinados a personas no pertenecientes a la nobleza. De esta manera, el cabildo de Nerja estaba entonces formado por dos alcaldes, tres diputados representativos del pueblo y un síndico encargado de asegurar que se cumpliesen los intereses del mismo. 

El nuevo siglo en Nerja es una etapa de crecimiento. Se mejoran sus calles, que fueron empedradas, y se amplían edificios como la iglesia de El Salvador. Surgieron sistemas de agricultura más eficientes, con la técnica de canalización de riegos, que asimismo permitió el aumento en la producción y el desarrollo de nuevas industrias. Se benefició del éxito en el comercio de vino, miel, azúcar y harina propios de la tierra, y se dio paso a la explotación de minas y a la tala de árboles. Asimismo, Nerja abrió sus puertas a Málaga y a Almería, con la construcción de una carretera. 

Siglo XIX 
Dos acontecimientos fueron premonitorios del periodo negativo que comenzaría a finales de siglo. Por un lado, la Guerra de la Independencia Española, en la que ejércitos napoleónicos se enfrentaron contra los aliados ingleses y españoles. Estos últimos destruyeron el Castillo de Nerja y La Torrecilla, para evitar que los franceses pudieran esconderse en ellos. Como culmen a este periodo de decadencia, en 1884 un fuerte terremoto sacudiría las calles de Nerja, provocando el pánico y grandes destrozos a nivel material. 

El ocaso del siglo XIX trajo consigo el comienzo del declive. Las plagas destruyeron los viñedos, cayeron comercios como la pasa, el vino, o el azúcar. Además, la Guerra Carlista trajo consigo la pérdida de los fondos necesarios para sostener tales industrias. 

El nuevo fenómeno de la emigración provocó que muchos nerjeños se trasladaran a países de Sudamérica buscando trabajo, reduciendo la población a los 7.000 habitantes, mientras que muchos tuvieron que permanecer en estas tierras al no contar con los medios económicos necesarios para poder emigrar. Plagas que aniquilan al ganado y las cosechas, sequías, crisis jornaleras que provocan situaciones de paro, y epidemias de cólera y tifus serán protagonistas en los primeros años del siglo XX.

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